Tienes madera para ser empresario, futbolista o cantante ¿Cuál es tu vocación?
¿Recuerdas que en la preparatoria se realizaban unos tests para ver en qué áreas podías desarrollarte y en dónde tenías mejor potencial en la universidad? Estos estudios pretendían empezar a descubrir una futura carrera. En lo particular no recuerdo cómo salieron los míos, de hecho creo que jamás les hice caso y la realidad es que terminé estudiando Ingeniería Química, una profesión que como tal jamás he ejercido con excepción de la cocina. Para quienes estudien Ingeniería Química prácticamente todos los procesos y temas relacionados existen en una cocina. Agitadores, transferencia de calor, diseño de reactores… todo existe en licuadoras, hornos o en la elaboración de unos sofisticados huevos con jamón. Aunque eso lo van a aprender 15 años después de que hayan salido.
Recuerdo que hace como 25 años, en algún taller que tomé referente a la función social de los empresarios, tuve la oportunidad de reflexionar sobre la vocación y en particular sobre la mía propia. Una especie de introspección hacia el sentido de lo que estaba haciendo y de lo que quería lograr en el futuro. Una pregunta que quizá todos nos realizamos en varios momentos de la vida pero que muy pocos nos atrevemos a responder por temor a descubrir que llevamos años haciendo actividades que no van con nuestra realización personal. ¿Cómo entiendes la palabra vocación? En mi contexto particular la palabra vocación generalmente significó un llamado más hacia la vida como un sacerdote o una monja, o como un religioso o misionero. Incluso, en el mismo diccionario aparece en primer lugar la definición hacia una inspiración con que Dios llama a algún estado, especialmente al de religión.
De ahí que la pregunta rondara alrededor de ¿cuál es mi vocación? ¿Cómo los conceptos de empresario y vocación se juntan y logran sentido? Finalmente, ¿cómo integrar la vocación como individuo dentro del contexto familiar y social en el cual participamos? Resulta que la pregunta es fácil pero la respuesta es una incógnita. Todos los empresarios creemos fuertemente en nuestras ideas como para aceptar el hecho que éstas implican un llamado que surge tan fuerte como para llegar hasta el punto de arriesgar todo con tal de que suceda. Más de uno habrá pasado por la decisión incomprendida de “me juego el resto”, “sí sale”, “le tengo fe”, “esto es lo mío”, y otras frases afines. En ese llamado radica nuestra vocación.
Ciertamente no todos tenemos vocación empresarial
Así como no todos tenemos una inspiración particular al sacerdocio o a la enseñanza, por ejemplo. Sino pregúntenle cómo les va a las mamás con la escuela en línea.
Muchos también en el camino estamos enfrascados en el día a día, trabajando porque tenemos que hacerlo, pero sin encontrar esa vocación que realmente satisface el espíritu y que contagia a nuestros colaboradores. ¿Cuántos de los que me están leyendo pueden responder que lo que hoy están haciendo, es precisamente para lo que Dios los envió a este mundo? Partiendo de que hay un Dios, claro está. Creo que la respuesta sería muy baja. ¿Cuántas mujeres amas de casa estarían convencidas de que su vocación está ligada a la educación y formación de un núcleo familiar? Muchas y cada vez más encuentran su vocación fuera de esto.
¿Cuántos de los colaboradores de las grandes empresas, de las pequeñas o de las micro pueden afirmar que están dando cumplimiento a su vocación a través de sus trabajos profesionales? Me atrevo a decir que muy pocos. La corriente nos arrastra y aunque llegamos a tener la certeza como para decir, “esto no es lo mío”, el miedo al cambio, la incertidumbre, el confort, la pereza y la inseguridad entre muchas otras cosas nos obligan a pasar por la vida sin sentir nuestro llamado y cumplir nuestra verdadera vocación en la vida.
Entonces, ¿tienes vocación empresarial?
Hagamos el siguiente ejercicio, solo responde a este grupo de preguntas:
- ¿Me gusta ser independiente, tomar mis propias decisiones, tengo problemas con seguir las líneas establecidas y prefiero seguir mi propio rumbo? – Esto te ayudará a definir tu independencia.
- ¿Estoy dispuesto a no tener seguro social, a renunciar a mi aguinaldo, a la seguridad de un sueldo seguro, acepto que puedo perder mi patrimonio en esta aventura? – Con esto medirás tu capacidad para asumir riesgos.
- ¿Realmente considero que dar empleo, fortalecer a la sociedad, identificar capital intelectual, compartir utilidades es parte de mi función social? – Así mediremos tu espíritu hacia el beneficio colectivo.
- ¿Veo negocios en donde los otros no lo han visto, se me han ocurrido ideas que luego de un tiempo veo puestas en práctica, identifico en dónde mejorar un producto o servicio que me gusta, cuando comparto mis ideas de negocio entusiasmo hasta a mi abuelita? – De esta forma medirás tu olfato para identificar oportunidades.
- ¿Soy tenaz, persistente, casi necio y obsesivo con lo que quiero; puedo esperar 2 horas a una persona sin cambiar de color del rojo al negro al azul y de regreso, tengo empuje? – Aquí radica tu capacidad de logro y realización.
Si tuviste cinco aciertos búscale por ahí, puede que tengas un asomo hacia una vocación empresarial. Si de plano sólo lograste vagamente uno, es muy posible que tu vocación no sea la de un nuevo Elon Musk. Pero no te preocupes, el mundo también necesita madres Teresas, Johns Dwayne, Maries Curie y Leos Messi. Créeme que si y o no la hubiera encontrado, seguiría picando piedra en la cantada. Sólo hay que encontrar nuestra verdadera vocación. Hay que atrevernos a encontrarla y disfrutar el camino construyendo sobre ella.