A propósito de la época que vivimos, con el reto de salud más relevante de los últimos 100 años; con la crisis económica más profunda desde la gran depresión de 1930; en medio del año que pinta para registrar el mayor número de asesinatos desde que hay una estadística razonable; con un gobierno que no ha encontrado la forma de unir al país solidariamente en un proceso – que de fondo tiene sentido – pero que en la forma está resultando harto complicado, te comparto una anécdota.

Carlos Carsolio, ese extraordinario alpinista que muchos ubicamos por su escalada al Everest me decía: “Felipe, cuando estás a 8,000m de altura, sin oxígeno, con algunas personas más de las que depende tu vida y ocurre una catástrofe – una avalancha, una herida grave, perder las herramientas a mitad de la subida – sólo hay dos clases de hombres: los que se quejan y los que buscan soluciones. Los primeros se morían con frecuencia en la montaña, los segundos probablemente lograban regresar con vida”.

Así que te pregunto: ¿qué tipo de personas somos? ¿Los que sólo se quejan o los que buscan soluciones? Retomemos el rumbo con convicción y sin miedo. Nada será igual, pero no tiene por qué ser peor que antes. Creo que esta época demanda lo mejor de nosotros, solidaridad, esfuerzo, compasión, enjundia, fortaleza, talento, empuje, creatividad para encontrar soluciones y responsabilidad para asumir compromisos. Decía Martin Luther King: “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados, sino la indiferencia de los buenos”.