Por: Felipe Sandoval
Abrazamos la idea de que el éxito obedece a una simple función del mérito individual, como si el mundo en que crecemos y las reglas no importasen nada en absoluto: Los fuera de serie
Hace unos meses después de una charla que compartí con los estudiantes de la Universidad Politécnica de Puebla, Rebeca mi hija me preguntó: ¿y si das una plática ahora en el Tec de Monterrey tipo Ted Talk? Dos meses después se concretó la charla, que ella misma gestionó con la tutora de negocios en Monterrey, definiendo la fecha en función de un viaje personal que tenía planeado a la Sultana del Norte. La propuesta era abordar la realidad a la que se enfrentarían las chicas y chicos del Tec una vez que se graduaran. Hacía sentido, yo salí del mismo Campus del Tec hace 30 años y ahora mi hija mayor va mas allá de la mitad de su carrera. Prácticamente le estaba hablando a ella.
Pregunté a algunos de mis excompañeros del Tec: ¿qué le compartirían a los jóvenes?, e incluí sus puntos de vista, de lo más diversos y enriquecedores. Para terminar, Rebeca le puso formato a los “slides” que había preparado.
Aprovechando el viaje y las circunstancias, mi madre “se invitó” también a escuchar la conferencia. Ella y mi papá se graduaron de Ingeniería Química en 1968, hace más de 55 años. Así que para ella era también su “alma mater” y se juntaban tres generaciones de la familia en el mismo salón. No sé por qué no tomamos una foto juntos. Gran error de mi parte.
De los 15 temas que platicamos hay algunos que me parece aplican no sólo a quien está próximo a graduarse, sino a cualquiera de nosotros a lo largo de la vida. Valga una reflexión al respecto.
1. Encuentra tu propósito y alinea tus decisiones de vida. El mejor ejemplo lo encuentro en el pasaje de Alicia en el País de las Maravillas cuando Alicia se encuentra con el gato en el árbol en medio del camino y le pregunta: ¿gato, qué camino tomo? El gato responde: ¿a dónde quieres ir? Y ella contesta con un: no sé. Entonces ¡qué importa el camino que tomes!, culmina el gato que desaparece. El propósito determina el gran punto al cuál dirigirse, y las decisiones de vida son correctas si te acercan a ese horizonte que has definido, o incorrectas si te alejan. No importa cuánto te tardes en llegar mientras tengas claro el propósito. De otra forma estamos condenados a “vagar” simplemente en la vida y sentirnos perdidos. ¿Les suena familiar, aunque tengan 40 años? Siempre existe una oportunidad para hacer un alto y definir ¿para dónde quiero ir?
2. Que el miedo no te paralice, si tienes miedo hazlo con miedo. No importa la edad que tengas, el miedo siempre está presente en todas nuestras decisiones. ¿Cuántas cosas nos perdemos por miedo? Al ridículo, a la pérdida, a no estar a la altura, a ser discriminado, a fallar, a no llegar como esperamos, a ser perseguido, a dejar la comodidad, a la frustración de no lograrlo, a equivocarnos. Bendita juventud porque somos mucho más temerarios en los años mozos. Conforme maduras asumes menos riesgos. Se llama “aversión a la pérdida”. Pero todos nos equivocamos, hasta los personajes más admirados en cualquier disciplina y de cualquier edad. Investiguen las veces que han explotado los cohetes de SpaceX de Elon Musk, las ocasiones que rechazaron al astronauta José Hernández en la NASA o la discriminación que tuvo que enfrentar Hugo Sánchez para lograr 5 campeonatos de goleo en España con el Real Madrid. Los valientes tienen miedo, sólo que encuentran vías para que no los detengan sus temores y quedar paralizados.
¿Qué te detiene hoy por miedo y que te has perdido por no enfrentarlo?
3. La vida no es justa, acéptalo. Si piensas que por ser bueno, correcto, cumplido, atento, estudioso y tener todas las cualidades que se puedan describir no te van a “transar”, o te darán el ascenso que esperas en lugar del recomendado, tu esposa va ser fiel siempre, nadie envenenará a tu perro, jamás tendrás que ser operado de emergencia o el carro que pase en la lluvia no te va a empapar con el charco… ¡estás equivocado! Puedes tratar a tus colaboradores extraordinario, exceder las expectativas laborales y aún así van a irse con la competencia. La vida no es justa, la vida es, sin calificativo. Para poder disfrutarla debes dejar de juzgarla en lo bueno y lo malo que puede ser. Habrá espacios “buenos” para cerrar un contrato, encontrar a la mujer de tu vida, disfrutar de una tarde plena, ganar un premio. Y momentos de zozobra, cuando te llaman para cortarte la luz porque el recibo no pasó en automático –y no es justo- o porque te encontraron un nódulo pulmonar solitario, simplemente porque sí. El reto que siempre permanece a los 20, o a los 80, es estar preparado para enfrentar y resolver esos momentos en que la vida parece que no es “justa”.
4. El dinero persigue a la excelencia. El dinero es un invento del hombre. Es simplemente un mecanismo para realizar una transacción, un medio en que ambas partes reconocen y le otorgan un valor. Pero las transacciones se realizan con base en la confianza y confías en lo que sabes que es excelente. En lo que reconoces y admiras. En lo que deseas porque te resuelve una necesidad o una expectativa. Necesidad tan real como comer o expectativa tan inmaterial como sentirte valioso porque “posees” algo. Busca destacarte sobre 10 mil personas. Practica una hora más que el resto. Repite el ejercicio una vez más solamente. Agrega el extra que no te pidieron. 10 mil horas después serás excelente, aunque hayan pasado 20 años para lograrlo, y créanme que va a pasar ese tiempo. Si eres excelente en algo, el dinero fluye. No importa si construyes un departamento, o das clase en una escuela. Si sacas muelas, redactas notas para un periódico o programas un software.
5. Confía siempre en tu instinto. Soy un fanático de los datos. Ante las frases como: es mucho, pregunto: ¿cuánto es mucho?; toma mucho tiempo, ¿cuánto tiempo?; es muy caro, ¿en relación con qué? Procuro tener datos e información para tomar decisiones. Sin embargo, las decisiones más importantes de tu vida no son cuantificables (como con quién casarte) y la “tripa”, por alguna razón que desconozco, integra una cantidad increíble de energía sutil que te alerta de formas extrañas. Hace algunos meses me presentaron un proyecto, y aunque los números eran aparentemente buenos y el contexto parecía favorecedor, algo dentro de mí me decía: esto no me gusta. Los datos, la rentabilidad, el costo-beneficio, la proyección de futuro era buena. Pero ese “no me late” estaba presente. Dejé de lado la emoción y me clavé en el dato. Grave error. Ante la duda, valida siempre con datos, pero si con datos confiables no te late, déjala pasar.
Durante la charla hablamos también de los primeros empleos y cómo te forjan, de distinguir en la vida la inversión y el gasto, de la formación técnica que abre puertas, pero como las habilidades sociales te ayudan a escalar, de no pisotear a nadie para subir porque la vida da vueltas, y por supuesto, mantener a tus amigos toda la vida.
No sé quién aprendió más, si ellos o yo.
Y no sé quién estaba más contento.