A propósito de las próximas festividades en nuestro país, cuenta un relato popular que una mujer en pena deambula por ríos, veredas, caminos solitarios, praderas y todo aquel lugar despoblado y funesto en busca de sus hijos. ¿Mito o realidad? ¿Qué sucedería si acaso alguien la encontrara? La verdad sigue siendo un misterio, pero que miles de mexicanos cuenten que la han escuchado, abundan las versiones.
Cuando Bernal Díaz del Castillo narró esta historia por primera vez hace poco más de cuatro siglos, quizá jamás imaginó la trascendencia de la misma. “¡Aaayy mis hijos!” es una frase que hoy causa miedo y estupor, sobre todo si nos colocamos en el México del siglo XXI. Hoy la llorona cuenta con nombre y apellido, encarnada no sólo en una sola persona, sino en madres, hermanas, abuelas… que buscan a sus hijos.
Mirna Nereyda Medina con su grupo “Las Rastreadoras del Fuerte”, narra el
episodio contemporáneo de la tragedia popular descrita por Bernal hace más de
400 años. En esta nueva edición, los hijos, hoy seres queridos, no fueron
asesinados, sino que peor aún, se encuentran desaparecidos. La falta de certeza
del destino y paradero de a quienes buscan, ha hecho deambular a miles de un
monte a otro, del desierto a las planicies, de bodegas o parajes ocultos por la
clandestinidad de los alrededores.
Lucía Díaz, integrante del Colectivo Solecito, forma parte de estas nuevas y
terribles realidades. Si lo quieren ver desde otra perspectiva, otra nueva
normalidad, aquella donde la indolencia institucional ha orillado al emprendimiento
de la campaña más amarga para una familia: “Ahora pienso en los demás, ya no
sólo en la ausencia de mi hijo, ahora todos los desaparecidos son como si fueran
mis hijos”.
“¡Aaayy mis hijos!” o “Sin ellos no”, es el grito vuelto lema de Madres en Búsqueda
de Belén González, otro colectivo que busca a familiares desaparecidos. Así como
estos, existen otros y variados exhortos de mujeres que se han visto en la
necesidad de emprender la más dolorosa de las cruzadas.
¿Su común denominador? La nula actuación gubernamental y la necesidad por la
verdad; la realidad simple de saber ¿dónde están aquellos que alguna vez vimos?
“Esta lucha por los desaparecidos es mucho más, es una lucha por encontrar la
justicia”, declaró Díaz para La Jornada.
¿Qué es lo que hace que alguien busque incansablemente a otra persona hasta
encontrarla? Sólo me atrevo a pensar en el profundo amor que sólo se comparte
por esos lazos inalienables formados en el seno de la familia, con una tenaz
perseverancia que raya en la necedad.
La llorona de hoy, dejó de ser un mito para convertirse en una figura de constancia
social que empuja determinada el contexto de las realidades mexicanas. Lejos de
sonar irónico, si aquella narrada en la Verdadera Historia de la Conquista de la
Nueva España supiera que en el siglo XXI, su legado estaría presente en miles de
mujeres mexicanas, sabría que su nombre trascendió más allá de los mitos y
leyendas, lejos de los discursos y procesos cercanos a las familias infortunadas
que en sus brazos acogieron el nombre como una herencia popular.
-Adrián Castro Rodríguez