Por: Felipe Sandoval
La vida es un misterio, no pierdas el tiempo deduciéndola, sólo fluye con ella, y rompe estas reglas
No cabe duda que crecemos con base en el ambiente que nos rodea. Nos llenamos de frases, de juicios, de la ideología que existe en el entorno cuando somos niños. Eso forma nuestro carácter, y muchas veces, determina nuestro destino. El niño es el padre psicológico del adulto y esta construcción se gesta de forma inconsciente en nosotros, en nuestros hijos, lo hizo en nuestros amigos y los hará con nuestros nietos.
La generación de los setenta “aprendimos” y replicamos varios conceptos que hoy a mis 50 años no quisiera que mis hijos siguieran.
Así que, si mis hijos y tus hijos quieren triunfar, ser exitosos -no importa que signifique éxito para cada persona-, sobresalir y abrirse camino: jóvenes no le hagan caso a esto que aprendieron o les enseñamos los padres de la Generación X.
1. Sigue tu pasión. El dinero no sigue a tus pasiones; el dinero sigue a la excelencia y la excelencia se logra con base en tus fortalezas. Descubre tus fortalezas, síguelas, ejercítalas y explótalas, no tus pasiones. Las pasiones no pagan las cuentas, por eso tenemos tanto “vaquetón” en casas de sus papás siguiendo lo que les “apasiona” y sin la capacidad de mantenerse solos a los cuarenta años. Si tus fortalezas cazan con tus pasiones, qué mejor. Si no es así, primero lo primero en la vida. El centro está en la conjunción entre lo que te gusta, para lo que eres fuerte y lo que el mundo necesita, y además estás dispuesto a pagar por ello.
2. Espera tu turno. Eso solo funciona en las filas. En la vida, el galán al que le gusta la misma chica que a ti no va a formarse después, porque tú la conociste primero. El competidor no va a esperar que llegue su turno y se venza tu contrato para ofertarle a tu cliente. Es ridículo creer en lo justo. La vida no es justa y no te va a recompensar por estar en la línea formado esperando que te toque turno. Hay que ir tras lo que quieres, no esperes que llegue.
3. Aprende a decir que no. La vida se trata de experiencias, de momentos, de oportunidades. Aprende a decir que sí y a descubrirlas. ¿Cómo vas a saber si te gusta el pollo frío sino estás dispuesto a probarlo? ¿Cómo pretendes descubrir nuevos amigos si le dices no a la oportunidad de asistir a esa fiesta en que “no conoces” a nadie? ¿Cómo vas a descubrir una nueva forma de fabricar un producto, de viajar, de un nuevo empleo, si le dices que no y lo rechazas? Por supuesto es una estupidez mayúscula tropezar de nuevo con la misma piedra. Y por supuesto hazle caso al anuncio de: “di que no, y cuéntaselo a quien más confianza le tengas”.
3. Sigue el plan. Y miren que a esto me he dedicado 30 años de mi vida profesional. El plan es una guía, un mapa, un escenario estimado con base en muchos supuestos de los cuales muy pocos están en tu control. Si el plan no funciona, tíralo, rehazlo, repítelo, cambia los supuestos. No lo sigas. ¿No estaba en tu plan que te ofrecieran un trabajo fuera de México? Ajusta el rumbo. ¿No consideraste ese accidente que te deja fuera de la jugada? Cambia los plazos. A la vida no le interesan tus planes, ni la casualidad los va a respetar. Adáptate y sigue adelante, cambia el plan.
4. No seas egoísta. La peor estupidez del planeta. Nadie puede dar de beber de su copa si no la tiene llena. Primero estás tú, después están los demás. Lo entienden los médicos cuando garantizan que la mamá esté bien alimentada, controlada y sana. Si ella está bien, el bebé lo estará también. Lo saben las líneas aéreas: póngase primero usted la mascarilla en caso de pérdida de presión y “después”, se la pone a los demás. Lo saben el sector salud, primero las vacunas van a enfermeras, doctores y personal que ayuda, no a los enfermos. Si tú no estás bien, no puedes ayudar, no puedes contribuir, no puedes dar nada por alguien más. De hecho, te conviertes en un “damnificado social”.
5. Los niños no lloran. Los hombres lloramos, tenemos miedo, no tenemos siempre la respuesta; necesitamos abrazos y nos sentimos vulnerables. Pareciera que esa construcción nos impide expresarnos y sentir. Al final de la vida lo que las personas valoran con más cercanía son las relaciones que construyeron, y eso sólo se logra reconociendo los sentimientos, aceptándolos, y por supuesto, llorando tantas veces como sea necesario. ¡Y créanme, les va a dar muchas oportunidades para hacerlo!
Así que exprime tus fortalezas, ve tras lo que quieres, di que sí a la vida, cambia los planes y piensa primero en ti. La vida es un misterio, no pierdas el tiempo deduciéndola, sólo fluye con ella, y rompe estas reglas con las cuales creciste en casa.