Comenzó este 2022 y cuando te pregunta “¿cómo vas?”, afirmas tener todo bajo control. Sigues pellizcándole por aquí, dando un tarjetazo por allá, todo va “normal”. Pero de un día para otro notaste que te cuesta dormir, que te estresa que suene tu teléfono y sea un número desconocido, que te lleguen los estados de cuenta. Y podrás “taparle el ojo al macho” pensando que se debe al confinamiento, a la variante Ómicron, al regreso a clases… Es probable que sí, pero desde mi trinchera como empresario, mi querid@ amig@, déjame decirte que suena a ansiedad financiera.
¿Por qué ignoras las llamadas del banco, dejas acumular la correspondencia a la entrada de tu casa o de plano borras los correos que te estresan? “Cuando nos sentimos ansiosos sobre el dinero, habitualmente tendemos a no pensar en ello o a tomar decisiones impulsivas.” – Amanda Clayman, especialista en salud financiera.
Con ese tipo de acciones tal vez pienses que será más fácil el trago amargo, pero sucede todo lo contrario. Sólo estás alimentando una bola de nieve. Así que si te identificas con los ejemplos anteriores es vital ponerle foco a tu ansiedad y tomar cartas en el asunto.
A diferencia de otras emociones, la ansiedad no es algo que se dé de manera inmediata. No es como la felicidad o la ira; la ansiedad se va acumulando, y en el caso de la financiera, va en crescendo con tus deudas. Así que identifícala a las primeras señales y detenla antes de que te domine. ¿Cómo? Al primer mes que sólo pagaste el mínimo de todas tus tarjetas, el día que te cortaron la luz o cuando le sufriste para juntar lo de la renta. Ahí están las señales.
Ármate un presupuesto que se ajuste a lo que está ingresando a tu casa o negocio. Sólo así tendrás claridad de qué debes pagar mes con mes, qué te puedes ahorrar y que de plano ni es vital. Si ya lo tienes, entonces ya tienes tu primer remedio para esa ansiedad.
Es importante ser realista y tomar en cuenta que:
- No estás en condiciones de solicitar créditos o préstamos. Tal vez te los den, pero eso no significa que sean sanos para ti.
- Si tienes dos tarjetas de crédito, no debes pagar una con la otra. Recuerda la bola de nieve.
- Siempre se los digo: “no apuestes todas sus canicas”. Si tienes una lana, no la destines toda a cubrir tu deuda; adminístrala que en estos tiempos más que nunca importa tener un fondo para gastos inesperados.
- Si ordenas tus deudas de menor a mayor, siempre será más fácil. Podrás cubrir bien la mensualidad de la más pequeñita, y en el inter, apaciguar a las otras con los mínimos.
Si tienes dudas, escríbeme. No dejes que tus finanzas te generen más ansiedad, gastritis, colitis o un montón de nuevas deuditis. Recuerda, no hay mal que dure cien años ni quien lo pueda aguantar.