Por: Felipe Sandoval
“La mayoría de las vidas de las personas están determinadas por sus opiniones, en vez de los hechos. Para que la vida de una persona cambie, primero necesitan cambiar sus opiniones… y luego considerar los hechos” Kiyosaki
La puntada del subsecretario de Salud federal, Hugo López Gatell hace unas semanas sí que es para reír (¿o para llorar?), y también me permite confirmar que a la famosísima 4T no le interesan los millones de mexicanos más pobres, salvo para cachar sus votos. Y es que querer quitar los consultorios anexos a las farmacias porque desde su punto de vista no resuelven problemas de salud de mayor importancia, como diabetes o hipertensión, y “ponen en peligro” la vida de los pacientes, parece chiste.
Imagino que el subsecretario López Gatell sí sabe que en nuestro país, de los más de 126 millones de habitantes, sólo el 50% – es decir 60 millones 582 mil 812 personas – están afiliadas a algún servicio de salud y que el 50% de la población del país no cuenta con ningún servicio de salud al que pueda exigir un derecho.
El seguro popular desapareció y con ello el derecho a exigir atención, porque ahora hay que rogar por tenerla en los Servicios de Salud estatales.
Es decir, casi 60 millones de mexicanos acuden a un servicio de salud donde su salario les permita pagar. Eso claro considerando que los que sí tienen servicio, puedan ser atendidos oportunamente. Igualito que como Aurora, que colabora conmigo, y a quien le dieron consulta en el IMSS dentro de dos meses para atenderla de una aparente hernia en el cuello. Terminó atendiéndose con un médico privado. Así que los servicios privados no son para 60 millones, son para 60 que no tienen opción y todos los “extras” que optan por una atención con gasto a su bolsillo pero más efectiva.
Desde 2012 investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo, el Centro Médico Nacional Siglo XXI y la Universidad de Boston, publicaron un artículo sobre los efectos que había tenido la expansión de consultorios médicos adyacentes a farmacias privadas en México. 65% de los usuarios van a la farmacia “a pesar” de tener cobertura de salud, ¿Por qué? Por lentos.
Ante la falta de servicios de salud gratuitos, oportunos, con calidad y para todos los mexicanos – que incluye por supuesto consultas y medicinas – las farmacias han encontrado un nicho para brindar un servicio de consulta médica a bajo costo, que va de 20 a 50 pesos, con el objetivo de resolver el hueco que existe en el sector y atender a esos millones de mexicanos para algunas enfermedades comunes como gripe, tos, dolor de garganta u oído, colocar alguna inyección o diagnosticar enfermedades estomacales entre otras, y por supuesto, vender en sus locales medicamentos. Para ellos ha sido un gran negocio. Tampoco son “hadas de la caridad”.
Hay un vacío enorme de atención en los servicios de salud públicos y las farmacias privadas han cubierto esa carencia con los consultorios.
Miles de farmacias con miles de médicos generales que no encontraron espacio para hacer su especialidad. Miles de farmacias para millones de personas que encuentran un médico disponible, aunque cueste y a veces “sobrerecete”. Y aunque el médico tenga un sueldo mediocre y en ocasiones sin prestaciones de ley.
El reto hacia dentro del propio sector público es fortalecer su capacidad de respuesta, en velocidad de atención, sobre todo. El reto hacia las farmacias privadas será regular la calidad en la atención en la consulta, privilegiando el diagnóstico sobre la venta de medicamentos, algo difícil de lograr. Eliminarlas es una soberana tontería. El “gran engaño” como calificó López Gatell a los consultorios anexos a las farmacias es pensar que la 4T logrará subsanar las deficiencias en su sistema de salud que hoy llenan los consultorios con 1 de cada 10 mexicanos acudiendo a ellas.