Mientras hoy la mira de todos está en las vacunas, hay otros tratamientos, emergencias médicas que se están quedando a la sombra: los medicamentos oncológicos.
Según la Secretaría de Salud del Estado de Puebla, entre enero y noviembre del año pasado, las defunciones por cáncer aumentaron más del 20 por ciento, dejando a 2 mil 659 familias incompletas, con vidas arrancadas.
En Puebla, en México, vaya, en el mundo, no debería de haber tantas pérdidas ni por falta de insumos, ni de hospitales.
¿Qué pasaría si la emergencia sanitaria en la que nos ha colocado esta pandemia nos moviera también para compartir conocimiento, que se hagan inversiones importantes en la ciencia para tener tratamientos oncológicos efectivos, de calidad y con más esperanza de vida para los pacientes? ¿Qué tal si en México fueran menos burocráticos los trámites, compras, asignación de presupuestos, hubiera más transparencia? ¿Qué tal si en los servicios médicos desde las primeras visitas pudiese haber mejor prevención, detección, diagnóstico? Seguro bajarían los índices de mortalidad y los costos de los tratamientos.
Según AMANC Puebla, más de 5 mil nuevos casos de cáncer infantil son detectados al año en México; 11 veces la cantidad de habitantes de la ciudad del Vaticano. Y si hacemos más cuentas, en todo el territorio mexicano contamos con poco más de 150 oncólogos pediatras, con esta cifra tan baja, ¿cómo se puede atender a toda la población afectada?
El cáncer es la primera causa de muerte en niños y adolescentes en nuestro país, entonces, ¿por qué no invertir en su salud? Es urgente combatir el problema del cáncer infantil.
Si bien existen diversas organizaciones sociales que fungen como pilares para muchísimas familias con el pago de estudios clínicos, transportación, medicamentos y/o hasta alojamiento para los pacientes y sus familias, creo es urgente que exista una sinergia entre ellas, el gobierno y nosotros como sociedad.
El sistema de salud mexicano debe poner mayor atención en los problemas de salud pública que teníamos inclusive previo al Covid. Con una detección oportuna y un tratamiento integral, el cáncer infantil es curable en el 70% de los casos.
Honremos a los pequeños que ya no están dándole vida digna a los que podemos salvar. Hagamos que leyes como la General para la Detección Oportuna del Cáncer en la Infancia y la Adolescencia realmente funcionen. Falta mucho por hacer. Todo niño con cáncer merece la mejor atención médica y psicológica, sin importar su estado socioeconómico, religión o lugar de residencia.
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