Tras la “fiesta electoral” que se vivió el pasado fin de semana, para la elección de consejeros electorales y nacionales de Morena, la frase del supremo mandamás y líder espiritual, de “abrazos, no balazos” bien podría sustituirse por “abrazos, no trancazos”. La fiesta terminó en un zafarrancho en varios lugares del país y me recordó un sin número de convivios familiares navideños que finalizan en tragedia con golpes, rencores, frustraciones y expectativas que emergen al calor de los alcoholes y terminan en una noche para olvidar.
Todo iniciaba días antes de la contienda cuando los militantes hacían campañas, en medios y en redes sociales, invitando a los morenistas a que votaran por sus candidatos favoritos. Hasta aquí todo bien. Pero luego emergió el verdadero ADN, ese que todos tenemos improntado en nuestra esencia según de dónde venimos.
De nuestro origen. En el caso de Morena el origen emana de su tribu fundadora: y el gen del “mapacheo” llegó a la fiesta.
Los rencores, agravios del pasado y las injurias brotaron. Puebla no fue la excepción. Los mapaches profesionales, los improvisados y hasta los espontáneos pedían el voto a favor de sus personajes favoritos. Testimonios en audio y video hay de sobra. Uno que otro funcionario que no supo cómo no ser descubierto, fue despedido de su cargo – para que digan que en Puebla no hay impunidad.
Era sábado, la jornada iniciaba a las 08:00 am y aquellos que arrancaron con este proyecto, los que creen en el rumbo marcado por Andrés Manuel Lopéz Obrador, quienes cada elección defienden los colores de “su partido” – pero que nunca son tomados en cuenta para un cargo de elección – se encontraban ya formados desde las 6:00 am, listos para emitir su sufragio y apoyar al que sería su consejero.
Adentro, los ánimos empezaban a caldearse, tal como la cena de navidad. Al calor de las copas, al calor de los votos. La jornada sirvió como pasarela. Dicen que a la ex alcaldesa de la capital poblana Claudia Rivera no le fue nada bien con el respetable, pero sus fichas quedaron dentro. Karina Perez Popoca se afianzó como la “mera, mera petatera”, con poder para poner y vetar candidatos en San Andrés Cholula, o ¿por qué no? para participar nuevamente en el 2024, aunque pierda.
Quema de urnas en Amozoc, Ajalpan y municipios de la Sierra Norte, que están documentados fueron parte de la jornada electoral. AMLO, orgulloso, feliz, excitado, porque a sus ojos, y el de sus consejeros, fue una gran contienda ejemplar.
¿Y a los ciudadanos que no militamos en Morena – o en ningún otro partido – qué nos importa si se robaron entre ellos, si embarazaron urnas, si compraron votos, si obligaron a las personas a “elegir” con amenaza de quitarles los programas sociales?
No era nuestra elección. Cierto, pero el ejercicio de Morena deja al menos tres reflexiones al respecto para el futuro.
- La movilización de la gente pobre y sin instrucción, que pueden ser amenazados, obligados o manipulados, para dirigir su voto en una dirección pesará con mayor fuerza en el 2024. Siempre ha pesado, aunque no de forma tan descarada ni tan documentada gracias a las “benditas redes sociales”. El aumento en la pobreza y la subordinación a los apoyos, facilitará los mecanismos de coacción. Con la recesión esperada en el 2023 continuaremos en picada. El candidato que no tenga forma de contrarrestar el gen del “mapacheo”, del acarreo, de la compra de votos, estará en franca desventaja.
- En San Andrés Cholula se aminora el impacto de este efecto porque las zonas de mayor crecimiento poblacional siguen siendo zonas de clase media, que no usan programas sociales y más educadas. Aunque el deterioro económico y la presencia de un delegado de Morena como Edgar Hernández, incondicional a Karina Perez Popoca, en la zona de la reserva Atlixcayotl, es una alerta a considerar. Sobre todo porque en estos dos años el bolsillo de las familias de la reserva ha sufrido más, y ahí, la demanda de apoyos sociales, ha crecido. Justo donde el PAN presume su bastión de votos.
- Edmundo Tlatehui Percino, tiene hasta ahora pocos logros qué presumir, y los agravios que ha sembrado y los daños colaterales no son pocos. La última víctima fue la Secretaria de Gobernación, Dulce María Barrales, sustituida por el secretario particular del presidente. Si el nivel de logros se limita a colocar placas que hacen alusión al tope y “presumirlo” – como lo refirió el periodista Paulo Yolatl en Twitter – más vale que el PAN se preocupe.
Morena demostró el fin de semana que va a pelear con todo, a pesar de ellos mismos, para mantener su proyecto vivo otros 6 años, en México, en Puebla y por supuesto en San Andrés Cholula.